lunes, 2 de abril de 2012

Movimiento Slow

 
El movimiento Slow nace en la Piazza di Spagna de Roma, en 1986 cuando el periodista Carlo Petrini (fundador) es encontró con la apertura de un conocido establecimiento de comida rápida (McDonalds) en la zona histórica de la capital italiana ... y algo se removió en su interior.

Pensó que definitivamente habían traspasado los límites de lo aceptable, y entendió los peligros que "volaban" sobre los hábitos alimentarios de la población. La respuesta no se hizo esperar, fundándose la semilla del movimiento, Slow-Food (comida lenta).

La idea era simple, proteger los productos estacionales, frescos y autóctonos del "boom" de la comida rápida, y defender los intereses de los productos locales de forma sostenible, alertando de los peligros evidentes de la explotación intensiva de la tierra con fines comerciales.
 
 
 

Slow-Food supone dar la importancia al placer vinculado al alimento, aprendiendo a disfrutar de la variedad de recetas y sabores, a reconocer la variedad de lugares de producción y a respetar el ritmo de las estaciones.

Slow-Food defiende la necesidad de la educación del gusto como mejor defensa contra la calidad mediocre y los fraudes, contra la "macdonalitzación" de nuestras comidas, actúa para salvaguardar la cocina local, las producciones tradicionales, las especies vegetales y animales en peligro de extinción; fomenta un nuevo modelo de agricultura, menos intensivo y más limpio, fundado en los conocimientos y el saber hacer de las comunidades locales, es el único capaz de ofrecer perspectivas de desarrollo incluso en las regiones más pobres del planeta.

Por ello, Slow-Food se compromete a proteger los alimentos, las materias primas, las técnicas de cultivo y de transformación heredadas por los usos locales, en defensa de la diversidad de especies cultivadas y salvajes; en la protección de locales gastronómicos y de convivencia que, por su valor histórico, artístico o social, forman parte del patrimonio de la cultura material.

La filosofía del movimiento, fundada en la defensa del placer gastronómico y en la búsqueda de ritmos vitales más lentos y meditados, parte de considerar el valor de la alimentación para reflexionar sobre la calidad de la vida, y al considerar el valor de un alimento, tanto si se trata de una variedad de fruta o de un plato típico.
 
 
 

Se inventó primero la máquina y se ha transformado en nuestro propio modelo de vida. La velocidad nos ha encadenado, todos somos presa del mismo virus: la Fast-Life (vida rápida), que altera nuestros hábitos, invade nuestras casas, y nos obliga a alimentarnos con el "Fast-Food" (comida rápida ).

Se ha de recuperar su sabiduría y liberarnos de la velocidad. A aquellos que confunden la eficiencia con el frenesí, se propone una vacuna con una proporción adecuada de placeres asegurados, suministrados de forma que proporcionen una satisfacción lenta y prolongada. Comienza en la mesa con Slow-Food, con él redescubrimos la riqueza y los aromas de la cocina local. Si la Fast-Life, en nombre de la productividad, ha modificado nuestra vida y amenaza el ambiente y el paisaje, Slow-Food es hoy la respuesta.

La idea de consumir productos de la zona no es nada surrealista, hasta hace pocos años (y aún hoy en muchos pueblos) se han comprado y cocinado alimentos de la tierra. Estamos hablando de nuestra salud, consumir productos cercanos es sinónimo de salud. Los productos que se transportan en frío de otros países, sufren cambios de temperatura bruscos que rompen la cadena de frío, por lo que pierden gran parte de sus propiedades.

La verdadera cultura está en el desarrollo del gusto y no en su empobrecimiento.
 
 
 
 
 
 

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